Los villancicos, las canciones que inundan el aire durante la temporada navideña, tienen un origen que se remonta a la península ibérica en los siglos XV y XVII. Aunque no hay un lugar y momento exactos, los historiadores concuerdan en que estos cantos nacieron como expresiones populares en las villas, donde los paisanos anunciaban noticias y sucesos al ritmo de melodías.
Etimológicamente, la palabra “villancico” sugiere su origen popular, derivando de la palabra “villa” y, a su vez, del latín “villanus”. Según la Real Academia Española (RAE), esta palabra se aplica a casi cualquier música navideña de manera genérica. No obstante, en un sentido más técnico, se refiere a un género original de la península ibérica, relacionado con la primera definición.
En sus inicios, los villancicos carecían de cualquier vínculo religioso. Eran composiciones acompañadas o no de instrumentos que narraban los acontecimientos de las villas, desde amores y desamores hasta fallecimientos. Los villancicos eran uno de los tres principales géneros de la lírica primitiva hispánica popular, junto a las cantigas y las jarchas mozárabes.
La Iglesia vio en estas composiciones la oportunidad de difundir y propagar su mensaje. Miembros eclesiásticos adaptaron villancicos, sustituyendo la letra profana, incorporando motivos religiosos y, especialmente, narrativas relacionadas con el nacimiento de Jesús y la Navidad.
Poco a poco, los villancicos eran cantados con más frecuencia en festividades religiosas, y sobre todo, en Navidad. Durante los siglos XVII y XVIII, los villancicos se convirtieron en pequeñas piezas teatrales con personajes diferenciados. Esto se debió a la influencia musical italiana y el auge de la ópera, que ya empezaba a extenderse por Europa.
Sin embargo, la Ilustración marcó el declive del villancico en el ámbito religioso, debido a la crítica de otros líderes clericales. A finales de siglo, los villancicos se mezclaron con otros géneros como la zarzuela o la tonadilla.
A pesar de su abandono en la liturgia religiosa, la tradición del villancico persistió en el folclore cultural. En el siglo XIX, experimentó un resurgimiento, dando lugar a nuevas composiciones que se mantienen hasta hoy. Su equivalente en otras partes del mundo adopta nombres como koliadki en Ucrania y Rusia, koleda en Bulgaria y Polonia, Pastorali en Italia, Weihnachtslieder en Alemania, Christmas carols en países de habla inglesa, agüinado en Venezuela o posadas en México y Centroamérica.
Con este resurgimiento en la cultura popular, se extendió la costumbre de recitar villancicos por parte de grupos de niños para conseguir regalos, caramelos, que hoy en día llamamos pedir el aguinaldo.
En España, los villancicos tradicionales, como “La marimorena” y “Campana sobre campana”, datan del siglo XVIII y son de autor desconocido, probablemente de origen andaluz. En Cataluña, Joan Amades catalogó un extenso repertorio de “nadals”, “Les cent millors cançons de Nadal” (1949), algunas de las cuales como “Fum, Fum Fum”, “El noi de la mare” o “El cant dels ocells” datan del siglo XVII XVIII y XIX.
Aunque los villancicos tienen un origen popular, la tradición musical asociada a la Navidad tiene precedentes en la liturgia de la Iglesia cristiana. Himnos litúrgicos como “Veni redemptor gentium” y “Puer natus est nobis”, del siglo IV al VI, fueron reutilizados por compositores posteriores, contribuyendo al desarrollo del villancico religioso.
Con la llegada del siglo XX, la industria discográfica introdujo villancicos modernos, interpretados por iconos de la cultura pop. Éxitos como “Last Christmas” de George Michael (1984) y “All I Want for Christmas is You” de Mariah Carey (1994) se sumaron al repertorio navideño. Entre los más internacionales se encuentran “El Tamborilero” (1941), de origen checo; “Santa Claus is Coming To Town” (1932) o “White Christmas” (1940), de origen estadounidense.
Del siglo actual, destacan los villancicos “Santa Tell Me” de Ariana Grande (2014), “Santa is Coming For Us” de Sia (2017) o “Christmas Tree Farm” de Taylor Swift (2019)
La internacionalización de la música trajo consigo nuevas canciones que, aunque distintas en origen y estilo, se han convertido en sinónimos del término “villancico”.
En resumen, los villancicos, ya sean de origen popular, religioso o moderno, representan la rica tradición occidental de la Navidad. Estas melodías, que han evolucionado a lo largo de los siglos, no solo nos recuerdan la alegría de la temporada, sino que también nos conectan con nuestra historia y tradiciones más profundas.
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